El británico se impuso en las calles del principado seguido por Leclerc y Piastri. Norris redujo a tres puntos la diferencia con el australiano en el campeonato. Fracaso del experimento de las dos paradas obligatorias para hacer más entretenida la carrera.
Hay dos cuadros de honor donde los pilotos buscan inscribir su nombre. El primero, obviamente, en el listado de campeones mundiales de Fórmula Uno. El otro cuadro, que algunos lo ponen por encima del campeonato mundial, es el de ganadores del Gran Premio de Mónaco. Lando Norris anotó su nombre en este último.
Se podrá decir que la carrera en las calles del principado es aburrida, que terminan como largan, que hay demasiada gestión de ritmo, o nulas posibilidades de rebase. Pero es una carrera única. Tiene una cuota de atractivo, mística y suspenso que carecen templos sagrados como Monza, Spa o Silverstone. “Es mi sueño desde niño”, comentó el piloto de McLaren en el improvisado parque cerrado en la recta principal. Es la mejor descripción del por qué Mónaco es la joya más preciada por los amantes de la Máxima Categoría.

Lando Norris ganó dos veces este fin de semana. La primera fue el sábado, al quitarle la pole a Charles Leclerc por más de 1/10. La segunda fue en la tarde de este domingo y nuevamente derrotando al de Ferrari.
Incluso, el triunfo del británico se puede subdividir en dos partes. La primera mini victoria fue en la salida. Norris y Leclerc largaron muy bien. La Ferrari recortó rápidamente la distancia para ganar el externo antes de llegar a Sainte Devote. Fue una maniobra suicida. Era un intento de rebase donde uno de los dos -o los dos- podría regresar caminado a boxes.
Norris, ante la amenaza del monegasco, estiró la frenada bloqueando los neumáticos traseros. Pudo controlar la tracción y asegurarse la punta. Hubo un intento de Leclerc por atacar en la subida rumbo a Massenet, pero abortó la idea. Quedaban 78 vueltas por delante, y en Mónaco no se pueden jugar todas las fichas en la primera mano.

La primera vuelta en el principado siempre tiene pequeños focos de emociones -las pocas en la carrera-. A parte de la breve lucha entre los punteros, el medio pelotón también tuvo lo suyo.
Gabriel Bortoleto (Sauber) superó magistralmente a Kimi Antonelli (Mercedes) en la horquilla de Fairmont. El brasileño sorprendió por el exterior para ganarle la P14. Sin embargo, el italiano vio que se abría en Portier y recuperó la posición por el interno. Bortoleto, sin margen de escapatoria, se fue directo contra las defensas de la rambla -pudo sacar el coche y continuar-.
El Virtual Safety Car, por el incidente que involucró al brasileño, no tuvo incidencias. Algunos equipos, con pilotos en el medio pelotón, adelantaron la primera de las dos paradas obligatorias. Yuki Tsunoda (Red Bull), Pierre Gasly (Alpine) y Oliver Bearman (Haas) ingresaron a boxes pero no arrojó mejores resultados en el clasificador final.

Hubo una posibilidad de bandera roja al inicio que pudo haber cambiado la historia. Fue cuando Gasly se llevó por delante a Tsunoda en la salida del túnel. El francés se quedó sin frenos para evitar la colisión, tocando su neumático delantero izquierdo con la trasera derecha del nipón. En Mónaco es muy difícil enfriar los frenos, y esto fue lo que condujo al francés al contacto.
En el choque, Gasly, rompió la suspensión delantera mientras que el Red Bull no sufrió daños. Por inercia, el Alpine se convirtió en una masa sin control que cortó la Chicane, y a nada estuvo de llevarse puesto a su compañero Franco Colapinto -que pudo verlo por el espejo y esquivarlo a tiempo-. A pesar del daño, el francés pudo llegar a boxes y Dirección de Carrera no consideró neutralizar la prueba.
La decisión de la FIA de implementar dos paradas obligatorias en esta carrea no trajo los resultados esperados. El experimento, que buscaba sacar a Mónaco de su habitual monotonía, no surtió efecto y se volvió más manipulable.

Racing Bulls y Williams explotaron al máximo este recurso. La estrategia era sencilla: sacrificar al piloto peor posicionado y que éste contenga al resto mientras el mejor posicionado abría una brecha de 15 a 20 segundos para asegurarse la posición después del pit stop. Luego se invertían los roles, el que fue beneficiado trabajaría para que su compañero también lograra la ventana para entrar a boxes.
Quiénes más padecieron esta táctica fueron los Mercedes. George Russell y Kimi Antonelli eran los furgones de cola de un Carlos Sainz que ayudaba a su compañero Alex Albon. Cuando fue el momento del español, Russell no quiso seguir detrás del tailandés y cortó la Chicane. El box le ordenó devolver la posición porque se exponía a una penalización de cinco segundos. “Tomaré la penalización”, fue la respuesta de Russell por radio.
El británico, en un acto de maquiavelismo puro, especuló que podía sacar los cinco segundos de diferencia y terminar por delante de los Williams. Era un claro abuso del reglamento deportivo para sacar ventaja. La FIA leyó la jugada y lo castigó con un Drive Through.
Max Verstappen también especuló con las detenciones. Aunque era más por una bandera roja que por una estrategia. El holandés heredó la primera posición después de que Norris, Leclerc y Piastri ingresaran para el segundo pit stop.

El de Red Bull rogaba por una neutralización para asegurarse la punta y cumplir con el segundo cambio -de los dos obligatorios, uno debía hacerse en carrera-. Buscó forzarla jugando con Norris y Leclerc. El británico, que no iría por el holandés sabiendo que debía una parada, se dedicó a gestionar el ritmo; en cambio, el de Ferrari, presionaba para que cometiera un error.
Aquí fue la segunda mini victoria del triunfo global del británico. Controló a un impaciente Leclerc y se escapó de él cuando Verstappen entró a boxes en la última vuelta.
Ganar en Mónaco fue un desahogo para Lando Norris que no subía al escalón más alto del podio desde la primera Fecha en Melbourne. Después de Australia sufrió el ascenso meteórico de Piastri (que ganó en China, Barhein, Arabia Saudita y Miami) y dos golpes de escena de Verstappen (Japón e Imola). Además, redujo la diferencia con su compañero a tres puntos.
La avanzada de Norris no inmutó al australiano. El tercer lugar fue un buen negocio, pero no le sacó una sonrisa. Lo tomó con frialdad. Desde el jueves envió mensajes en clave de que no tendría un buen fin en el principado. Así como hubo equipos que sacrificaron pilotos para asegurarse las mejores posiciones, Piastri entregó Mónaco para enfocarse en España que empieza dentro de cuatro días.
Piastri toleró que McLaren regalara Imola a Verstappen y renunció a Mónaco. En Montmeló tendría que volver el río australiano a su cause nautural. Mientras tanto, Norris, celebra su flamante reinado en el Peñón.
