El británico aplastó en Spielberg pero no pudo despegarse de Piastri que finalizó segundo. El australiano batalló y obligó a McLaren a imponer las cuestionadas Papaya Rules. Alonso y Bortoleto regalaron un duelo vibrante sobre el final.
Lando Norris cerró un fin de semana casi perfecto en Austria. Y utilizamos el advervio porque hubo dos obstáculos que le impidieron alcanzar la perfección: la ausencia en la PL1 y la presión de Oscar Piastri durante la carrera.
El británico dominó en todas sus salidas a pista. A partir de los Libres 2 hasta la bandera a cuadros del domingo siempre estuvo al frente. Solo le faltó el primer entrenamiento del viernes, donde cedió su McLaren para que girara el tester Alex Dunne –que sorprendió con un cuarto lugar–.
Todo parecía servido en bandeja para Norris. El Red Bull Ring caería a sus pies. Pero un rival se convirtió en la piedra del zapato: Oscar Piastri. El líder del campeonato dijo, luego de la clasificación del sábado, donde terminó tercero, aseguró que no estaba en sus planes finalizar la carrera en la misma posición de largada. Cumplió su palabra.

Para llegar al segundo escalón del podio necesitaba sacarse de encima a Charles Leclerc. La Ferrari era lo único que lo separaba de su compañero. Sin embargo, la partida tendría una cuota de suspenso: el Williams de Carlos Sainz no arrancó cuando se inició la vuelta de calentamiento. Un atasco en los frenos traseros impidió el avance del español, lo que obligó a Dirección de Carrera a abortar la salida.
Los problemas recién comenzaban para Sainz. Logró arrancar el coche con ayuda de los auxiliares de pista, esto lo obligó a salir del pit line. Cuando transitaba por la calle de boxes los frenos traseros se incendiaron. El español tuvo que desertar en el peor fin de semana que le tocó vivir con el equipo de Grove. Pero no fue el único dolor de cabeza para la escuadra que comanda James Vowles. En la vuelta 16 tuvieron que retirar el coche de Alex Albon.
El retraso de 10 minutos en la partida solo aceleraba las pulsaciones en las gradas y aumentaba la adrenalina de los corredores. Cuando se apagó el semáforo los tres primeros partieron muy bien. Norris protegió la curda para evitar el ataque de Leclerc por el interno de la curva 1. La maniobra fue aprovechado por Piastri que le ganó el externo a la Ferrari y pasó al segundo lugar. Incluso, tuvo margen para ensayar un sorpasso por el exterior de Norris en la tercera curva.
El intento del australiano fue la primera señal para Norris que no tendría respiro en Spielberg. Mientras tanto, detrás de ellos, se produjo una carambola que dejó afuera a Max Verstappen (Red Bull) y Kimi Antonelli (Mercedes). El italiano se abrió bruscamente hacia la derecha de Liam Lawson (Racing Bulls) para evitar una colisión, y bloqueó tarde en la frenada de la curva 3. El Mercedes, por inercia, se convirtió en una masa fuera de control que se llevó por delante al holandés.

El Safety Car no ayudó a Norris para neutralizar a Piastri. En el relanzamiento continuaba pisándole los talones. Cuando se habilitó el DRS se enganchó y lentamente preparaba el ataque. En la vuelta 11 casi se produce el golpe de escena. Se lanzó por el externo de la curva 3 y se puso por delante del británico, pero éste pudo utilizar el DRS y mantenerse a la par hasta recuperar la punta en la curva 6.
El box de McLaren revivía la pesadilla de Canadá. Andrea Stella, obsesionado al límite con las infames Papaya Rules, no encontraba la forma de separar a sus pilotos. Solo tenía dos opciones: ordenar que mantuvieran posiciones o dar prioridad a Pistatri –que en definitiva es el líder del campeonato–. No se inclinó por ninguna. La pasividad se cortó abruptamente en la vuelta 19 cuando Piastri se tiró por el interno de la curva 4 y bloqueó para evitar el choque con Norris.
El susto del australiano despertó a McLaren. Llamaron a Norris para el pit stop dejando que Piastri tire a fondo –algo que era imposible porque el bloqueo le ocasionó un plano en el neumático delantero derecho–. Con los dos separados, la escuadra de Woking recuperó –en parte– la tranquilidad. Piastri fue llamado a boxes tres vueltas después. Una demora con la delantera izquierda extendió la detención a 3.4 segundos. El retraso, más los rezagados y la gestión de gomas, ampliaría la brecha a seis segundos en favor del británico.

Con las aguas calmas en el box papaya, la atención se trasladó al medio campo y el fondo del pelotón. La extensión corta del trazado austriaco y sus variantes sinuosas permiten la lucha. Pero el talón de Aquiles en Spielberg son los vértices cerrados que llevan fácilmente al error de cálculo. Fue lo que ocurrió entre Yuki Tsunoda (Red Bull) y Franco Colapinto (Alpine). El japonés se tiró por el interno de la curva 4 y golpeó al argentino. El coche dio un trompo de 360 grados –como le ocurrió a Pierre Gasly en la Q3– sin consecuencias. Los comisario penalizaron al nipón con diez segundos y dos puntos en la Superlicencia. No sería el único incidente que involucrarían a ambos pilotos. En la vuelta 52, Piastri se topó con ambos cuando salía de boxes luego de su segunda parada. Colapinto estaba en lucha con Tsunoda pero no podía ver al australiano –pero fue advertido por el box de Alpine–. El argentino barrió al McLaren que se vio forzado a transitar por la tierra. Los oficiales lo castigaron con cinco segundos y un punto en la superlicencia.
Al drama del argentino se sumaba los problemas de su compañero Gasly. El Alpine cayó en la segunda mitad de la carrera para convirtirse en presa fácil de los Racing Bulls y los Haas. Confirmaba lo que reveló accidentalmente Colapinto en Canadá: el A525 es lento cuando es más liviano. Sumado a la alta degradación que somete el coche a los neumáticos, es un monoplaza vulnerable para afrontar el tramo final.
La contracara de la escudería francesa fue Sauber. Sorpresivamente se enconcotró con la posibilidad de que sus dos coches sumaran puntos; algo impensado en Hinwil. A la muy buena carrera de Gabriel Bortoleto se sumó la remontada de Nico Hülkenberg. El alemán fue el más benefeciado por los abandonos de Sainz, Verstappen, Antonelli y Albon. Apoyado en su experiencia escaló desde el último lugar hasta las posiciones puntuables. El equipo suizo no se dejó llevar por la ansiedad y guió con delicadeza a sus pilotos para asegurarse una doble cosecha, algo que no vivían desde el Gran Premio de Qatar en 2023 –bajo el nombre de Alfa Romeo con Valtteri Bottas y Zhou Guanyu–.

Fue uno de los hombres de Hinwil que puso el broche final en Austria. En las últimas vueltas Bortoleto mantuvo una apasionante lucha con Fernando Alonso (Aston Martin) por la séptima posición. Fue un duelo poético. No solo eran dos rivales en pista, el brasileño es representado por agancia de pilotos del español –A 14 Management–. Ambos se guardan un profundo aprecio. Una batalla entre alumno y maestro. El Suber era más rápido que el Aston Martín, pero el viejo zorro daría una cátedra sobre astucia.
Alonso aprovechó que Norris le sacaba una vuelta y se enganchó al McLaren con el DRS. Esto le permitió defenderse de Bortoleto. El británico cruzó la meta con el Aston Martin colgado. Las gradas no sabían si aplaudir al ganador o al español por su última genialidad. Para Alonso fue otra una muestra que su magia está intacta a los 43 años; para Bortoleto fue el broche de oro para sus primeros puntos en la Fórmula Uno. Ambos se fundieron en un conmovedor abrazo en parque cerrado.
Los comentarios pos carrera solo se referían al duelo Alonso – Bortoleto. Muy pocos prestaron atención que Lando Norris no estuvo eufórico por la victoria. La superioridad de todo el fin de semana estuvo a punto de caer ante la avanzada de Oscar Piastri. El australiano recortó la diferencia en las últimas vueltas, pero solo los rezagados impidieron una difinición mano a mano. Norris, que redujo la distancia en el campeonato a 15 puntos, descubrió que su compañero no es de los que arrojan la toalla. Piastri está aplicando el manual que usó Verstappen el año pasado: administrar la diferencia en la tabla, trasladarle la presión a Norris y perder la menor cantidad de puntos posibles.
