Con astucia dominó los hilos de la Q2 y Q3 para asegurarse la pole. Norris saldrá desde la segunda posición con Piastri ocupando el tercer lugar. Hamilton quedó eliminado por cuarta vez consecutiva en Q1.

 

Fue una Quali a la altura de una definición de campeonato. Los tres aspirantes a la corona ocuparon el Top 3 en Abu Dhabi, pero uno de ellos puso sobre la mesa toda su experiencia para quedarse con la pole: Max Verstappen.

 

El holandés y Red Bull fueron inteligentes en la preparación de la batalla por el primer cajón de salida. En los entrenamientos libres no mostraron todas sus cartas y dejaron que el puntero del campeonato, Lando Norris, finalizara por delante. La estrategia apuntaba directamente a la Q2 y Q3.

 

 

La fórmula de Verstappen fue sencilla y efectiva: salir antes que el resto del pelotón, dar una vuelta con récord en todos los sectores, dejar la vara alta y trasladar la presión al box papaya. Esta táctica, empleada a partir de la Q2, le dio el control de la Quali para someter psicológicamente a Norris y Piastri. Los papaya sintieron el golpe. No encontraron la manera de anular a un Verstappen que se aseguró la última vuelta para definir la pole.

 

Es verdad que los McLaren no tuvieron el buen ritmo que exhibieron en los libres, en especial Norris. De hecho, al británico, le costó alcanzar tiempos de punta en Q1. Mientras que Oscar Piastri, con mínimas chances para ganar el título, se recostó sobre su mentalidad de no arrojar la taolla para compensar el bajón del coche.

 

Una de las claves de la pole de Verstappen fue su compañero Yuki Tsunoda. El japonés, que bajará a tester y su asiento lo ocupará el año próximo Isack Hadjar, aseguró en la semana que ayudaría a Max en su quimera por la quinta corona. Y cumplió su palabra. Llegó con lo justo a Q3, luego de sortear una anulación de vuelta por «track limit» que descartaron los comisarios, y se puso al servicio del holandés —algo que no pudo hacer en las 21 fechas anteriores—.

 

 

Tsunoda dio el rebufo a Verstappen para que volara en sus dos intentos de Q3. Con esa ayuda extra, más su ferocidad en busca de la vuelta rápida, completó dos stint que lo mantuvo en la cima de los tiempos. Dominó cinco de los seis parciales. Perdió el último a manos de Piastri que se jugó todo para dar el zarpazo; sin embargo, tuvo que conformarse con el tercer lugar, detrás de Norris.

 

La salida del domingo será la más dramática y emocionante de los últimos años. Max Verstappen, que aseguró por radio que solo disfrutará de la carrera, quiere cerrar el año con la octava victoria y esperar el milagro. Lando Norris, en cambio, tendrá toda la presión: deberá decidir si busca al Red Bull en la primera curva o especular con las múltiples opciones para ser campeón. Sin embargo, a su espalda, estará Oscar Piastri que no tiene nada que perder. El australiano atacará a su compañero y líder del campeonato mientras tenga opciones; ya le paró dos veces el carro a la jerarquía de McLaren que le «sugirieron» que ayudara a Norris, y no va a renunciar a sus aspiraciones si hay un tercer pedido.

 

Pero la emoción que despierta la pelea por el campeonato tiene su capítulo de tristeza. Lewis Hamilton quedó eliminado en Q1 por cuarta vez consecutiva —Las Vegas, Sprint y GP de Catar, y Abu Dhabi—. Cuesta decirlo, pero el británico debería replantearse si fue una buena idea finalizar su carrera en Ferrari, una escudería que tiene por tradición quebrar los ánimos de grandes pilotos —y más si son ex campeones—. No son pocos los que creen que su padre, Anthony, debería abrazarlo y, con el amor que solo un padre puede expresar, decirle: “Vámomos a casa a disfrutar de la vida. Ya no tienes que demostrar nada a nadie”. ¿Quién podría juzgarlo? Al contrario. Sería el mayor acto de amor, grandeza y respeto hacia el legado de un hombre que conquistó siete títulos mundiales.