Red Bull anunció el retiro del polémico asesor. La salida se da en medio de un affaire por el fichaje y posterior baja de Alex Dunne.
Helmut Marko soñaba con retirarse por la puerta grande del campus de Milton Keynes cuando finalizara su contrato en diciembre del año próximo. Incluso, a lo largo de 2025, enviaba señales a los altos mandos de la compañía Red Bull, en Salzburgo, sobre quién podría ser su reemplazante: Sebastian Vettel. Sin embargo, aquel escenario que imaginaba se derrumbó como un castillo de naipes. Este martes, diez minutos después de que finalizaran los test de pos temporada en Abu Dhabi, se confirmó su salida anticipada de la estructura que ayudó a construir desde mucho tiempo antes de la fundación del equipo Red Bull Racing.
A nadie sorprendió el final. El lunes por la mañana comenzaron a circular rumores de que sus horas como asesor estaban contadas. Una serie de decisiones unilaterales, desafiando la autoridad de Laurent Mekies y Oliver Mintzlaff —gerente de proyectos corporativos e inversiones de Red Bull GmbH—, sellaron su destino.
Todo empezó el año pasado cuando incluyó a Arvid Lindblad —confirmado la semana pasada como piloto de Racing Bulls— en el programa de F2 de 2025. El británico, con una sola temporada en F3, fue ascendido contra la voluntad del entonces jefe de Red Bull Christian Horner. Pero el escándalo mayor se produjo hace pocas semanas. Alex Dunne, que fuera liberado del programa de jóvenes pilotos de McLaren, fichó para el programa junior. Fue una decisión personal de Marko, a pesar de la negativa de Mekies y Mintzlaff. Cuando llegó la noticia a Salzburgo, inmediatamente se le ordenó romper el contrato; lo que también obligó a la compañía a desembolsar una fuerte suma de dinero para resarcir al piloto irlandés.

El «Affaire Dunne» fue la gota que colmó el vaso. Y si faltaban más condimentos, unos días después, el equipo tuvo que disculparse públicamente por las acusaciones contra Kimi Antonelli. Marko dijo que el novato de Mercedes se dejó rebasar por Lando Norris, en las últimas vueltas del Gran Premio de Catar, para perjudicar las posibilidades de Max Verstappen por el título.
El anuncio oficial sobre la salida del polémico asesor, que tanto Milton Keynes como Salzburgo denominaron «retiro», no tuvo el protocolo habitual. Se trató de una declaración de Laurent Mekies: “Es una noticia muy triste que Helmut nos deje. Ha sido una parte tan integral de nuestro equipo y de todo el programa de automovilismo de Red Bull durante más de dos décadas. Este es, por lo tanto, el final de un capítulo extraordinariamente exitoso. Su partida dejará un vacío, y realmente lo extrañaremos”.
Además, el jefe de equipo, le afradeció «por su apoyo inquebrantable, no solo durante los últimos meses, sino también durante mis primeros días en Scuderia Toro Rosso». Que el anuncio oficial fuera un mero testimonio del Team Principal, luego del «Affaire Dunne», no se puede leer de otra forma que un respaldo explícito de Salzburgo a la autoridad de Mekies.
Marko se unió al mundo Red Bull en 1999. Fue convocado por su amigo Dietrich Mateschitz, cofundador de la compañía, para que administrara el programa que patrocinaba a los pilotos —luego se transformaría en el programa junior—. Con la creación del equipo, en 2005, ocupó el puesto de asesor. Marko hizo valer su posición dentro de la estructura con el respaldo de Mateschitz. Su influencia marcó el pulso de las fábricas de Milton Keynes y Faenza. Tuvo libertad de acción y poder de decisión.

Su puesto estaba respaldado por su visión para promover talentos. Sebastian Vettel y Max Verstappen fueron sus mayores éxitos. También, abrió el camino de varios jóvenes que se convirtieron en animadores de la Fórmula Uno: Daniel Ricciardo, Daniel Kvyat, Carlos Sainz, Pierre Gasly, Alex Albon, Yuki Tsunoda, Liam Lawson e Isack Hadjar.
Pero su habilidad para descubrir potenciales estrellas quedó ensombrecida por su carácter autoritario. El destrato a los pilotos, las permanentes presiones y la degradación a Faenza —o el despido— de aquellos que no alcanzaban sus expectativas en Red Bull, fueron moneda corriente. El mayor hostigamiento lo padeció Sergio Pérez. El ensañamiento hacia el mexicano tuvo su momento más grave cuando manifestó expresiones despectivas hacia los latinoamericanos. Fue durante una entrevista realizada en un canal de la televisión austriaca propiedad de Red Bull. La compañía, el equipo y la Fórmula Uno se mantuvieron en silencio. La presión de la opinión pública pudo torcer el brazo de Marko. Días después envió una carta a la emisora, que fue leída al aire, donde se disculpaba por los dichos.
La muerte de Dietrich Mateschitz, en 2022, fue un duro golpe. Por primera vez se lo vio conmovido en público. Al dolor por la pérdida del amigo, se sumaba la incertidumbre sobre su futuro. Los herederos del cofundador querían un cambio de aire en Red Bull y AlphaTauri —hoy Racing Bulls—. No eran pocos los que intuían una salida de Marko. Las señales eran claras. A mediados de 2023 se anunció una reestructuración en la escudería de Faenza. Franz Tost, Team Principal y su hombre de máxima confianza, fue reemplazado por Laurent Mekies. Además, se designó a Pater Bayer como CEO —cargo que no existía en ese momento— para limitar la influencia del asesor.
La avanzada comenzó a disminuir con el escándalo de Christian Horner con una empelada, la sorpresiva salida de Adrian Newey y la baja de rendimiento de los Red Bull. El campus de Milton Keynes era una olla a presión que explotó con el despido de Horner a mediados de este año. El cese ocurrió en medio de fuertes rumores de que Max Verstappen activaría una cláusula de recisión para irse a Mercedes. Sin su principal adversario en la toma de decisiones, el paddock creyó que había ganado el duelo interno.
Posiblemente esa falsa sensación de seguridad lo condujo al error con Dunne. “Helmut es un verdadero piloto de corazón, siempre empujándonos al límite, siempre dispuesto a asumir riesgos en la búsqueda de nuestros objetivos”, señaló Laurent Mekies en la declaración oficial. No se equivoca el Team Principal. Helmut Marko asumió un riesgo confiado en una autonomía que le otorgó Mateschitz, pero que Oliver Mintzlaff —quien verdaderamente controla el mundo Red Bull— le había revocado.