Woking cortó en 2024 una racha de 26 años sin títulos en constructores. El bicampeonato es el cierre de un largo proceso de resurrección para recuperar su antigua gloria.
Por Martin Scebba
La noche de Singapur vio caer la bandera a cuadros sobre el Mercedes de Russell, quien la cruzó antes que nadie decretando su segunda victoria del año y la quinta en Fórmula Uno. Además, fue testigo de la obtención del décimo titulo de constructores por la escudería fundada por Bruce McLaren en 1966. El hecho de que, tarde o temprano, debía darse la consagración de McLaren, ocurrió —como en un cuento— en la mágica noche del lejano oriente. El bicampeonato se produjo un día antes del 51 aniversario de su primera conquista en el mundial de equipos. Fue el 06 de octubre de 1974 cuando Emerson Fittipaldi y Denny Hulme lograban el título de constructores, iniciando un camino de gloria que lo ubica en el segundo escalón del podio por debajo de Ferrari. Son 10 campeonatos obtenidos por Woking contra los 16 de Maranello.
No todo fue fácil en esta rica historia. El camino tuvo sus tramos de espinas. Los comienzos fueron duros, desde aquel 22 de mayo de 1966 cuando Bruce McLaren –pilotando su propia creación— hizo girar en las calles de Mónaco su primer monoplaza con su nombre: el McLaren M2B. Una fuga de aceite lo privó de terminar su primera aventura como piloto-constructor.

Los puntos tardaron un año en aparecer y fue en las calles del principado. Esta vez Mónaco se portó bien con Bruce que alcanzó el cuarto puesto y a las puertas del podio. Las carreras continuaron. Los chasis se fueron perfeccionando hasta que el M7A —al volante del propio Bruce— consiguió en el GP de Bélgica de 1968 la primera de las 201 victorias –hasta la fecha— de la marca. Aquel 1968 fue la mejor temporada desde su fundación: 3 victorias y 49 puntos. McLaren quedó en segundo lugar en constructores por detrás de Lotus que ganó holgadamente. El camino a la grandeza había comenzado, y los primeros pasos eran el inicio del camino, ese que todavía no tiene final pero que fue juntando gloria y frustraciones por igual.
Después de cinco temporadas peleando en los primeros planos llegó el tan ansiado título. La consagración, como uno de los grandes equipos de la década, llegó y lo hacía para siempre. El final de la temporada 1974, que vio campeón por segunda vez a Emerson Fittipalldi, también le daba la primer estrella a McLaren superando a las Ferraris de Clay Regazzoni y Niki Lauda. Luego siguieron tres años muy buenos para el equipo británico donde no bajó del podio en constructores. Esa producción incluyó el campeonato de pilotos de 1976 que alzó Jemes Hunt en un inolvidable mano a mano con Niki Lauda. Si bien Woking consagró a su piloto, el mundial de constructores quedó en manos de Ferrari.

Para ver nuevamente campeón a McLaren hubo que esperar hasta 1984, año en que los descontrolados motores turbo dominaban la escena. El TAG Porsche, que equipaba a los rojos y blanco de Marlboro, hizo la diferencia sobre el resto. Fue la frutilla de un postre que se cocinaba desde 1981, con la revolución del diseñador John Barnard al introducír la fibra de carbono en los monoplazas. Era la génesis del mítico casco del MP4/1, fueron dos años de evolución que —sumado al potente impulsor alemán— dieron un monoplaza practicante invencible. ¿El final? Un contundente 1-2 en el campeonato de pilotos con Niki Lauda ganándole por medio punto a su compañero Alain Prost; mientras que en constructores fueron 86 los puntos que separaron a los MP4/2 de Ferrari –al comando de Michele Alboreto y René Arnoux—. De los 16 grandes premios de ese año, McLaren ganó en 12. Fue una diferencia abismal y el campeonato de contsructores un tramite. El lauro se repetiría al año siguiente pero esta vez con Prost a la cabeza. Nuevamente relegarían a Ferrari pese a la lucha que les plantaron los de Maranello: la diferencia fue de ocho puntos. En la siguiente temporada, la de 1986, el francés repitió el título de pilotos, pero McLaren tuvo que resignar constructores. La irrupción de los motores Honda inclinarían la balanza para el lado de Williams.
Woking tuvo que trabajar y reinventarse para volver a la cima. Una nueva revolución no tardó en llegar. Dos años después de la ultima consagración patearían nuevamente el tablero. Logra arrebatarle a Williams los motores japoneses, que venían acompañados de la joven promesa brasileña Ayrton Senna, y se sumaba al equipo el brillante diseñador Gordon Murray –que dejó Brabham que se encontraba en franco descenso—. La unión de potencias y talentos daría vida a otro monoplaza revolucionario y ganador: el MP4/4. Era un coche que en su diseño llevaba el centro de gravedad a un nivel extremadamente bajo, un concepto que Murray venia ensayando en Brabham con el BT55 de 1986. Todo estaba dado para que McLaren sentara un nuevo y largo período de dominio; pero, a diferencia de los anteriores, tendría una feroz lucha interna entre sus pilotos, algo que se volvería habitual en Woking.

Con todo el bagaje de superioridad y conflictos, las vitrinas de la fábrica se llenaron de títulos y victorias entre 1988 y 1991. Sin embargo, no todo fue color de rosas. La lucha de egos entre Senna y Prost estalló, desencadenando una guerra interna sin precedentes que terminaría con la partida del francés a Ferrari —llevándose el nímero 1 obtenido en la temporada 1989—. El fin de ciclo de McLaren llegaría en 1991, si bien el talento de Senna y la mala suerte de Nigel Manssell fueron capaces de disimularlo ese año, la caída comenzaba a vislumbrarse. Se fue asentando con fuertes sangrías dentro del equipo. A fines de 1992 pierde a Honda y un año mas tarde sufre el golpe más duro: Senna ficha para Williams. McLaren necesitaba reinventarse, barajar y dar de nuevo. Todo este proceso demandó varios años hasta que finalmente, en 1988, recuperaría la senda del éxito.
Se estableció un orden entre de pilotos. Mika Häkkinen, qué estaba en su plenitud, lideraría el equipo. Los motores Mercedes y la incorporación de Adrian Newey llevaron a Woking a su octavo título de constructores con el MP4/13. Solo la consolidación de Michael Schumacher en Ferrai, bajo la dirección de Jean Todt y la imaginación de Ross Brawn en el tablero, los privaron de sumar un campeonato más. Habría que esperar hasta 2024 para que el nombre de McLaren se grabara nuevamente en el trofeo de constructores.

En el medio de la sequía hubo un hecho trascendió lo deportivo para la escudería británica. En la temporada 2007, signada por la guerra entre el Fernando Alonso y el novato Lewis Hamilton, y que le dejaron servido el titulo de pilotos a Kimi Räikkönen, el campeonato de constructores se definió en los escritorios de la FIA. McLaren perdió el título por el escándalo de espionaje en Ferrari. El órgano rector le quitó todos los puntos que logró en la temporada. Las 218 unidades que lograron Alonso y Hamilton se convirtieron en cero. Woking se tomaría revancha al año siguiente; ya sin Alonso, Hamilton obtiene el primero de sus siete títulos mundiales con el MP4/23, pero no le alcanzaría para el de constructores que retuvo Ferrari.
Hecha esta mención, que valía recordar por lo inusual, y para tomar dimensión del tiempo transcurrido entre la obtención del campeonato de 1998 y el bicampeonato papaya, hubo un bache de 26 años de malos manejos en el equipo. Demasiado tiempo para una escudería histórica que ocupa, detrás de Ferrari, el segundo lugar entre los vencedores. El tiempo transcurrido muestra como en un momento, McLaren, con toda su gloria a cuestas, perdió totalmente el rumbo llegando –incluso— a estar en el fondo de la tabla en 2015 y 2017. En la temporada 2015 terminaron delante de Marussia que no sumó ni una sola unidad, y en 2017 superaron a Sauber que a penas sumó 5 puntos. Era la época de los motores Honda, una vuelta que intentaba reverdecer los viejos laureles pero fue una frustración. Eran los tiempos de los team radio de Alonso reclamando un motor de F1 y no de F2 como sentía tener a su espalda. Donde en cada abandono del español por fiabilidad se reproducía la imagen de él mirando el resto de la carrera en una reposera al costado del circuito, sin ocultar su fastidio e impotencia.

Las cosas mejorarían un poco en 2018 cuando McLaren rompe con Honda y se asocia con Renault. Era una aspirina para una enfermedad terminal. En medio de esta situación Alonso anuncia su retiro a final de esa temporada. El portazo del español, indirectamente, pudo ser el disparador hacia el largo camino de la recuperación. Zakary “Zak” Brown asumió ese año como director ejecutivo de McLaren Racing y su trabajo sería fundamental para el resurgimiento de la escudería. Se apoyó en la inversión tecnológica, la renovación del túnel de viento y en simuladores de ultima generación. Además, incorporó al muro a talentos como el Andrea Stella —director de equipo desde 2022—. Otro cambio importante fue el regerso de Mercedes como motorista –a partir de la temporada 2021—. Todo ese proceso de transformación hizo resurgir a McLaren, y en 2024 se coronó con el primer título de constructores en 26 años. Woking repitió este año cuando restan seis Grandes Premios para el final de temporada. También, tiene los boletos para llevarse el campeonato de pilotos que no logra desde Lewis Hamilton en 2008.
Al año papaya solo le queda por saber cuál de sus dos pilotos será el que logre la corona, salvo que ocurra una catátrofe. Zack Brown y Andrea Stella deberán mantener en calma a sus pilotos y evitar la tradición de Woking: la guerra interna. El pasado de McLaren sobrevuela el box y no será una tarea sencilla. La gloria está a la vuelta de la esquina y los papayas no pueden dejar escapar la oportunidad. Por el pasado, el presente y el futuro de una de las escuderías mas grandes de toda la historia. Algunos de los números y nombres hablan por sí solos: 60 temporadas interrumpidas, 998 grandes premios disputados, 201 victorias, 10 títulos de constructores y 12 de pilotos. Emerson Fitipaldi, James Hunt, Niki Lauda, Alain Prost, Ayrton Senna, Mika Hakkinen y Lewis Hamilton; inscribieron su nombre en el cuadro de honor de Woking. Hoy tiene un casillero para llenar y dos candidatos: Oscar Piastri y Lando Norris. Depende de ellos y del equipo.