La escudería Italiana está a punto de agregar un nuevo capítulo a su historia más oscura y controversial. Campeones que ingresan a sus filas y se marchan sin pena ni gloria. Aunque posiblemente tenga un sabor diferente con Hamilton.
Por Martín Scebba
La casa de Maranello tiene una historia muy rica dentro de la F1, casi podríamos decir -sin desmerecer a ninguna otra escudería- que es la misma F1. Es tan antigua como la propia categoría; pero, en una historia que acumula 75 años, no todo fue gloria y triunfos. También carga sobre su espalda largos períodos de profunda sequía y rumbos extraviados. Quizás lo mas llamativo sea, dentro de estas oscuras etapas, la fama de “trituradora de carne”.
En sus armarios quedaron guardados -y no de la mejor manera- los títulos de varios campeones, que en principio llegaban para enriquecer y abultar sus vitrinas ademas de la gloria de cada uno de ellos, y sin embargo fueron extraídos como quien se queda con el alma de cuerpos en pena. Así pasaron por ese exorcismo deportivo apellidos como los de Alain Prost que llevo el número 1 a Ferrari en 1990, después del campeonato obtenido un año antes en con McLaren, y despedido del Cavallino una carrera antes de finalizar la temporada 1991. Otro caso fue el de Fernando Alonso, un tanto diferente al del francés. El español desembarcó en 2010 con dos títulos obtenidos con Renault; sin embargo, con tres subcampeonatos en cinco temporadas, tuvo que marcharse por la puerta de atrás a fines de 2014. Su reemplazo fue Sebastian Vettel, que llegaba con sus cuatro títulos con Red Bull. Fueron seis años con un balance peor al de Alonso: dos subcampeonatos con una amplia brecha de puntos frente a los Mercedes que dominaban esos años. Casi a voluntad le abrieron la puerta trasera para su salida en 2020, a esa altura era superado por Charles Leclerc -llegado a Maranello un año antes desde Sauber y protegido por la Ferrari Academy-.

De esta lógica de campeones que venían a refrendar sus títulos y enriquecer su historia personal, el único que salió indemne y fortalecido fue Michael Schumacher. Tuvo que trabajar arduamente, durante cinco temporadas, para obtener su primer título vestido de rojo y el tercero en su cuenta personal. Solo una cuestión de paciencia extrema hizo que esto fuera posible; luego, gracias a eso, encadenó cinco títulos consecutivos.
No solo campeones de otros equipos fueron maltratados en Ferrari, también hubo casos de pilotos consagrados con la Rossa que tuvieron finales poco felices. El más emblemático fue el de Niki Lauda. Después de obtener sus dos primeros títulos con Ferrari se fue en muy malos términos en 1977. Se marchó a Brabham con el número 1 al año siguiente. Juan Manuel Fangio, en 1956, pudo ser otro caso similar, algo que demuestran lo difícil que es trabajar en una estructura muy verticalista como la de Maranello.

Con este historial arribó Lewis Hamilton. Sus siete títulos no estarían bastando para impedir la maldición de los campeones con el buzo rojo. Por lo visto hasta el momento, con poco mas de media temporada, y en pleno receso de verano europeo, la historia volvería a repetirse; aunque es muy pronto para aventurar un final traumático. ¿Son realmente comparables las coyunturas? Prost se incorporó con diez temporadas en la categoría y tres títulos con 35 años de edad. Hizo casi dos temporadas, fue despedido, y regresa en 1993 -años sabático mediante- para retirarse en Williams como campeón reinante. El francés recuperó, en cierto modo, su alma que quedó en el armario de Ferrari y sanó su herida. Alonso, por su parte, llegó con 29 años y ocho temporadas. La vida pos Ferrari lo tiene aun en plenitud -con dos años de ausencia entre 2019 y 2020- y buscando con Aston Martin la tan esperada victoria 33. Vettel arribó con 28 años y ocho temporadas siendo campeón en la mitad de ellas. Cuatro campeonatos con Red Bull antes de ingresar a Maranello, se fue sin energía para correr dos años con Aston Martin antes de colgar el casco.

Hay un detalle entre Hamilton y sus predecesores. Llega a Ferrari con 18 temporadas y 40 años, lejos de su techo de rendimiento. Viene de capa caída desde el final del campeonato 2021, donde perdió su octavo título en un final polémico con Max Verstappen. Desde esa fecha en Abu Dhabi, sumado al cambio reglamentario de 2022, Mercedes tampoco fue el dominador aplastante de antaño -que le permitió al británico ganar seis campeonatos-. Mercedes nunca estuvo a la altura con el reglamento 2022 y tampoco lo estuvo Hamilton que fue derrotado por George Russell -su último compañero- en 2023 y 2024. Con este rendimiento en baja cerró su incorporación al Cavallino. ¿Con que finalidad lo hace? ¿Enderezar su rumbo deportivo o solo una satisfacción personal de vestir los colores de la escudería mas laureada en la historia de la F1? Los hechos, aunque muy recientes, nos muestra que Hamilton sigue en caída sin encontrar el piso. Es lo que se desprende de las últimas declaraciones del británico que llegó a manifestar que el problema es él mismo, que se siente inútil, y que Ferrari debería buscar otro piloto.
Posiblemente sean palabras de desahogo, o para desviar la atención. Con Hamilton nunca se sabe porque es un hábil declarante. Teniendo en cuenta la evolución que ha tenido -sumado a su edad- nos cabe una reflexión: Será que Ferrari, que cuenta con tantos antecedentes de campeones maltratados y mandados al olvido, ¿estará ahora haciendo las veces de “Cementerio de Elefantes” para con Hamilton donde el final ya es sabido y la única incógnita sería saber cuanto durará el viaje? Por lo pronto solo podemos esperar al reinicio de la temporada para desandar las diez fechas restantes; y saber si estamos ante el final de esta historia.