Resistió la presión de Piastri que tenía neumáticos más jóvenes. El británico se jugó a una detención y aguantar con los duros las últimas 40 vueltas. Russell terminó tercero pese a una peligrosa maniobra de Leclerc.
La victoria de Lando Norris (McLaren) en el Hungaroring se apoyó en dos factores: estrategia y resistencia. El británico cerró la primera parte de la temporada derrotando –con lo justo– a su mayor adversario en pista; su compañaero y líder del campeonato Oscar Piastri. Y ocurrió en el mismo escenario donde, un año antes, su propio equipo cometió la primera torpeza con las infames Papaya Rules.
Aquella ocasión, el box presionó a Norris para que devolviera la posición a al australiano. Piastri había perdido la punta por un undercat que accidentalmente lanzó el equipo. La orden para intercambiar posiciones, emanada con sentimiento de culpa o impericia de Andrea Stella, condujo al mayor error en la lucha por el título entre el británico y Max Verstappen (Red Bull). McLaren sacrificó una importante poda de puntos que terminaría por perjudicar a Lando.

Un año después se tomó revancha. No necesitó una orden de su contradictorio jefe. Su grupo de estrategas dieron en el clavo con un improvisado plan, arriesgado por la degradación de los neumáticos, pero la única vía que podría dejarlo por delante de Piastri.
El Hungaroring volvió a reafirmar sus pergaminos como el Mónaco de los Autódromos. Un trazado que, pese a contar con dos zonas de DRS, es un calvario para el rebase. Como Suzuka o Imola, superar a otro coche es una quimera; pero en el circuito de la localidad Mogyoród es imposible.
Charles Leclerc, el sorpresivo poleman del sábado, quería aprovecharlo para lograr la primera victoria de Ferrari de la temporada. Se apoyaría en esa dificultad para vencer a los de Woking. El primer paso, la salida, fue exitosa. Picó en punta y ganó la cuerda aprovechando que Piastri tenía que cubrirse de un ataque de Norris por el interno. Sin embargo, el intento del británico fue catástrofico. George Russell (Mercedes) lo superó cuando dejó descubierto el exterior. Fernando Alonso, viendo una oportunidad, también coló su Aston Martin. En en dos curvas, Norris pasó de tercero a quinto.

El Gran Premio de Hungría es una carrera de táctica más que de velocidad en pista. Los estrategas comenzaron a calcular y comparar el rendimiento de las gomas. Los primeros datos arrojaban que los neumáticos medios, con los que partieron la mayoría de los coches, no sufrían desgaste y durarían dentro de la previsión que hizo Pirelli –entre 16 y 31 vueltas–.
Leclerc mantenía una ventaja promedio sobre Piastri de 2,5 a 3 segundos. McLaren lanzó un undercut en el giro 18.Buscaban trasladar la presión a Ferrari, pero el box del Cavallino reaccionó sin sobresaltos. Llamó al monegasco en la vuelta siguiente anulando la jugada de Woking.
En la otra punta del garage papaya, el grupo de trabajo de Norris definía un cambio de planes. No irían a dos paradas como Leclerc, Piastri y Russell –el virtual Top 3–; apostarían a un solo pit stop con neumáticos duros. Llamaron al británico en la vuelta 30. La siguiente fase del plan era cruzar los dedos y rezar que las gomas aguantaran los 40 giros que restaban hasta la bandera a cuadros.

La decisión sobre Norris descolocó a los estrategas del australiano y a Ferrari. Había dos opciones: aguantar con los medios hasta el final o ir a una segunda detención. Tratar de aguantar cincuenta vueltas –10 más que Norris– era suicida, y detenerse era resignar la victoria. Ferrari sucumbió al dilema. Temerosos por otro intento de undercut de Piastri, llamaron a Leclerc en la 39. Sin embargo, el australiano estaba convencido de no parar y quería seguir hasta el final.
La determinación del líder del campeonato chocaba con la cautela de sus estrategas. Entendían que debía cambiar los neumáticos. Con un set de nuevos podía doblegar a Norris sobre el final. La teoría no contemplaba las dificultades de rebase en el Hungaroring.
Tras pasar por el box, a partir de la vuelta 45, Piastri se disparó en busca de la punta. Estaba a siete segundos de la Ferrari de Leclerc y a dieciséis de Norris. Como en una carrera de caballos, avanzaba de atropellada pisando a fondo.

Piastri alcanzó a Leclerc en la vuelta 51. Lo superó en la recta estirando la frenada en la primera curva. A esa altura el monegasco era una bola de nervios. Discutía por radio sobre el rendimiento del coche. Incluso, una vueltas después de perder la segunda posición, y ante un inminente acercamiento de George Russell, aseguró que «es un milagro si terminamos en el podio». La resignación del monegasco terminó con un reproche hacia su inegniero Bryan Bozzi: “Solo tenés que escucharme; habría encontrado la manera de solucionar esos problemas”.
El drama de Leclerc, que tomó ribetes de telenovela, tuvo su último capítulo con el ataque de Russell. El Mercedes era superior a la desfallecida Ferrari. En la vuelta 60, cuando el británico buscaba el interno con DRS, Leclerc cambió ligeramente la línea en la curva 1. Russell protestó por radio. En la vuelta siguiente, volvió a buscar el rebase por el interno de la 1. La Ferrari cambió bruscamente la línea cerrándole el paso. Los coches se tocaron pero el Mercedes ganó la posición. La peligrosa maniobra de Leclerc fue penalizada con cinco segundos por «conducción errática».
Mientras Russell y Leclerc se trenzaban en una áspera lucha por la tercera posición, Piastri deboraba la diferencia con Norris. Se intuía una lucha color papaya en las últimas vueltas con final incierto.

Cuando restaban cinco giros, el australiano logró el DRS para atacar. Estudió detenidamente sus opciones y se lanzó al ataque en la 68. Buscó el interno de la curva 1, pero el británico mantenía la cuerda a su favor. Con el hueco cerrado, Piastri bloqueó para evitar el contacto. Pasado el susto su ingeniero le recordó: “No olvides la regla”. Era el primer mandamiento de Woking: No chocar con tu compañero. Por primera vez, en lo que va del campeonato, las Papaya Rules recayeron sobre el australiano.
El bloqueo le hizo perder a Piastri dos décimas. Esto permitió que Lando Norris, a pesar de la presión, tener un poco de alivio para materializar la victoria. El líder del campeonato, todavía con DRS, no tenía posibilidad de lanzar otro ataque. Norris se cobraba la deuda pendiente con McLaren y el Hungaroring. Subió al escalón más alto con una estrategia que le permitió achicar a nueve puntos la pelea por la corona.
Norris cerró triunfante la primera parte del campeonato. Y si bien está detrás de Piastri, ingresa al receso de verano más relajado y con un mejor panorama cuando terminen las vacaciones. Serán tres domingos sin actividad, con las fábricas cerradas, y la sensación de que no habrá definición hasta la última fecha en Abu Dhabi; ocho carreras después del reinicio en Zandvoort.
