La primera dama

La primera dama

Si bien el titulo estaría equivocado al invocar la historia, ya que la primera dama que debutó en la F1 fue la también Italiana Maria Teresa de Filippis, Lella Lombardi  fue en cambio la primera y hasta ahora única mujer  en lograr un punto en la categoría, para ser más exacto medio punto, ya que la competencia se dio por finalizada antes de que se dispute el cincuenta por ciento.

 

 

 

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Dicha empresa se llevó en el GP de España de 1975, GP donde la seguridad fue el actor principal, por el simple hecho de no estar presente.

En ese GP, Emerson Fittipaldi negó hacerse de la partida dadas las precarias condiciones de los Guardarrail, ya que estaban prácticamente sin soldar,  lamentablemente, promediando la vuelta 25, el Embassy Hill del piloto alemán Rolf Stomelen, perdió el alerón trasero despistándose en el acto y quitándole la vida a cuatro espectadores.

Ese GP, que, dada la las trágicas circunstancias dio solamente la mitad de puntos al finalizarse antes  que promedie el 50 por ciento de las totalidad de las vueltas,  fue testigo del último puesto puntuable que adquirió Maria Grazia Lombardi, tal su verdadero nombre, todavía hoy, mientras  viejos bebedores  en distintos bares de Frugarolo  ciudad que la vio nacer  al Norte de Italia, degustan copa tras copa de Limoncello o bien algún que otro Amaro, si la ocasión lo amerita, relatan con lujo de detalles aquel medio punto conquistado por la “Hija” mimada de la región, aclarando como viejos conocedores de la materia en cuestión, que lo suyo fue fruto del coraje y la determinación.

Pero para contar la historia de Lella, debemos remontarnos muchos años atrás, quizá, a la época que siendo una adolescente mostraba todas sus cualidades en el equipo local de Handball, fue durante un partido de aquella especialidad, que el destino que suele aparecer cuando las circunstancias de la vida no lo logran, hizo que la hermosa lella recibiera un “Pelotazo” de una rival, dicho “Cañonazo” dio de lleno en el rostro de la futura piloto de F1 al punto que el partido debió detenerse para transportar a la herida inmediatamente al hospital. Quien tuvo ese privilegio fue su rival que ante el miedo de una suspensión de clases condujo su Alfa Romeo al “corte” en todos los tiros , fue gracias al manejo impetuoso de la joven, que Lombardi se enamoro de la velocidad .

En ese momento supo a que se iba a dedicar por el resto de su vida, no veía oportuno seguir perdiendo el tiempo con sus estudios y centró todas sus fuerzas en convertirse en corredor de autos.

Desafortunadamente, las hectáreas de Frugarolo no escrituraban a nombre de los Lombardi, escasas divisas disponían en sus enjutas cuentas bancarias, por ello, debió hacer cuanto trabajo se le presente para poder adquirir sus primeros autos de competición.

Ella era hija de agricultores y para poder llegar tranquilamente a fin de mes, su padre, que en más de una tarde en sus tierras natales , cuando  con su pequeña radiotransmisor a pilas quebraba el silencio de una víspera  destinada al reposo, aseguraba entre lagrimas y con la voz quebrada por el llanto que ese “LOMBARDI”  que el locutor nombraba al paso de los monopostos de Fórmula 1 era “SU HIJA CARAJO”.Ese hombre de resquebrajadas manos  disponía de una carnicería, pequeña, pero los pocos clientes que formaban su  clientela le servían  a lella para trasladar los pedidos de mercadería de un lado a otro en el camión familiar.

Comenzó su carrera por el año 1972, en la competitiva y prometedora Fórmula 3 Italiana, un año después  comenzó a codearse con los mejores pilotos de la famosísima F5000, autos con casi idéntica potencia que los Fórmula 1 y carreras de la misma duración, era sin lugar a dudas el paso previo para que Lella pueda escalar.

Mientras en ese agitado 1974 disputaba el certamen de F5000, muchos patrocinadores pusieron el ojo en la Joven piloto italiana. Así fue como un recordado 19 de julio de 1974, la historia contará que sobre un Brabham Ford del equipo privado de “Allied polymer Group” (Como si tal cosa) y portando el famosísimo 208 en sus pontones laterales, lella, sin mezquinar acelerador y cortando casi sobre el viraje en cada curvón quedaría afuera de la grilla  por escasas 9 décimas de segundo, cuando culpa de un irrespetuoso diferencial que poco sabe de sacrificio y el riesgo humano, se tomaba el atrevimiento de burlarse de la entrega de un piloto que se jugaba la vida como todos, ese indisciplinado diferencial  decidió comenzar a fallar en su vuelta lanzada.

Sorprendió por su estilo audaz y agresivo, fue tanto el asombro que circulaba por los boxes del autódromo de Brands Hatch aquella tarde,  que el “Conde” Guggi Zanon, fundador del café  Lavazza le financió todo un año en la máxima categoría del mundo.

Gp de España de 1975, la situación  se estaba tornando tensa, Emerson Fittipaldi el día sábado mientras posaba para unos fotógrafos, notó  entre incrédulo y trastornado que todos los guardarrail del circuito estaban flojos.

El gran Bi campeón mundial y portavoz de los pilotos organiza una reunión para  boicotear el GP, no se puede correr así, no debe correrse así, Emerson lo sabe, fue testigo de demasiadas muertes como para no respetar a esa indigna mujer, no podía dejarle la puerta abierta a la fatalidad, no así, no de ese modo, no sin antes plantearle pelea de igual a igual, pero no podrá hacerlo solo, necesitará de la unión de sus pares y aun así, la empresa parecería  desesperada.

No será escuchado (O será pero no lo suficientemente claro) no correrá esa bendita carrera, no tiene apoyo salvo por su propio hermano, Wilson Fittipaldi  que quizás recordando el poema gaucho de José Hernández, “Martin Fierro” hará honor a la acción  que los hermanos sean unidos.

Fittipaldi recorre la primera vuelta  a ritmo lento y con el brazo en alto como señal de protesta, está enojado, furioso, a ninguno parece importarle, por allá, antes de entrar a Boxes, vislumbra  un Williams con el mismo ritmo de carrera que él, adentro, su piloto adopta su misma postura, si… Es su amigo Arturo Merzario, el “Cowboy” le había dado su palabra, tampoco él correría, Arturo jamás le tuvo que repetir dos veces que lo haría… Ese día Emerson entendió el valor de una palabra.

Promediando la vuelta  25 se desencadena la tragedia, el Embassy Hill del virtuoso piloto alemán Rolf Stomelen sufre un desperfecto en su alerón trasero y Rolf  pese a que se aferraba al volante de su monoplaza obstinadamente nada pudo hacer para embestir al público y llevarse la vida de cuatro espectadores.

En ese momento, los allí presentes, recuerdan que sacando el lote puntero que comandaba el también alemán Jochen Mass con su Mclaren Ford y cerraba el Argentino Carlos Reutemann con su Brabham, dos autos idénticos copiaban sendas trayectorias, uno soldado a los escapes del otro, una vuelta los separaba en el ordenador…pero el piloto de atrás respetará  por una cuestión de jerarquías las posiciones en la carrera, Pero Por Dios!!! Recordaría Vittorio Brambilla

 

 

“Ese día Lella estaba inspirada, veía por mis espejos retrovisores cómo cortaba en las curvas mucho después que yo haciendo bloquear las cubiertas delanteras… largaban humo blanco y yo desesperado no me podía alejar”.

 

 

En aquellos hermosos March oficiales Vittorio Brambilla cruzaría la meta escoltado por la tenaz lella quien a su vez a fuerza de punta y taco neutralizó a una de las promesas emergentes del firmamento de la F1, Tony Brise, el diamante descubierto por Graham Hill.

Alfredo Parga escribia:

 

““Emerson alcanzaría probablemente su mayor dimensión en dicha carrera por no correr, ocurría en Barcelona cuando los guard rails se ataban con alambre, el brasileño tenia bien presente la infame actitud que adoptaba el por entonces presidente de la FISA Jean Marie  Balestre, que en el circuito y ante las cámaras lo felicitaba por su valiente actitud y no bien regresaba a su hotel, despachaba un télex a París proponiendo que se suspendiera a Fittipaldi por seis meses, por rebelde ya que se había negado a correr. De vez en cuando Fittipaldi se detenía a pensar cuánto daño le habían hecho al automovilismo los dirigentes que decían desvivirse por los pilotos, traicionándolos en cuanto podían, se desvivían por salir en las fotografías al lado de ellos, en trepar al podio para que la imagen recorriera el mundo. En el fondo esos dirigentes que no eran pocos, eran peores que los peores constructores, lo malo era que la tremenda ingenuidad de Fittipaldi que pensaba que tenía que decir lo que sentía, generalmente lo colocaba en una posición violenta, por que recién entonces advertía que esa gente decía una cosa y hacia otra, como pasa con muchos funcionarios políticos en mi país, que cuando van a buscar el voto prometen lo que saben que no van a cumplir y después se hacen los idiotas, los que habían perdido la memoria, los que no saben qué cosa prometieron. En realidad la infamia siempre estuvo mezclada con las carreras, es casi seguro que se trata de un elemento que también se introduce en otras actividades, pero el brasileño, mucho más allá del bien y del mal, cuando el destino le formulaba en 1997 dos terribles avisos, aprovechaba para recordar desde su retiro, “Repasando mi vida, yo pensaba en los dirigentes que decían preocuparse por nuestra seguridad y que en cambio parecían querer aumentar nuestro peligro.

Un caso, Ronnie Peterson. A Ronnie lo mataron en el hospital, nosotros le llevamos la alegría a millones de personas que disfrutaban con las carreras, pero irónicamente, no teníamos entonces una asistencia médica apropiada y sino que lo diga el cadáver de Ronnie.

¿Y Cevert? Cevert se mató porque el guarda raills era una mierda, no presentaba resistencia al menor impacto, yo había avisado que los guarda raills en el Watkins Glen no eran buenos, los dirigentes locales se hacían los tontos, después los solucionaremos decían y después nada.

Allá en Watkins Glen, yo viví una vez un auténtico drama, en una de esas viajando detrás de Mass, pasé por un desnivel del circuito, el auto se movía mucho, a la vuelta siguiente, se repetía el salto, ¿qué podía pensar? que algo se había roto en el auto, entré al box de Lotus y le dije a Peter (Warr) que mirase el coche, los mecánicos revisaban, sacaban los neumáticos, la caja de dirección, la trompa, sacaban y volvían a poner y como no encontraban nada, Peter me mandaba salir otra vez, un mecánico iba a darme arranque con el aire comprimido yo estaba preparado, alguien me hacia una seña desesperado que me detenga, habían alcanzado a ver en la última mirada, un elemento de la suspensión trasera desprendido un par de centímetros, casi imposible de descubrir, el pedazo se había quebrado ¿cómo habían mirado mi coche?

Me bajé, recuerdo que lo besé al mecánico que me salvaba la vida, en ese momento no lo pensaba pero miro más allá y veo que María Helena (su primera mujer) estaba llorando.

Yo soy religioso, aunque no frecuento la iglesia, rezo antes de correr, tengo fe en Dios, creo que un ser superior hizo el mundo, controla la naturaleza y dispone de las cosas, hasta de las carreras y esa era una cosa que Dios había controlado para salvarme, después las cosas fueron cambiando pero en cámara lenta.

 

 

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Cuando yo empezaba a correr en los años 70 los buzos resistían al fuego unos 9 segundos cuando mucho, al empezar los 80 los Simpson resistían hasta 47 segundos, lo que era una eternidad, pero para llegar a eso antes habían tenido que morir quemados como ratas Giunti, Williamson, Siffert….

El primero que se preocupó por los otros fue Bonnier después Stewart, de los dos se podrían decir un montón de cosas, podemos discutirlos como personas,  pero como compañeros, como los que pensaban solo en ellos no para nada, por eso cuando pude yo también fui líder.

Al empezar los años 70 la proporción de muerte en una carrera era de 7 a 1 escalofriante, ¿verdad? Siete oportunidades para sobrevivir, al empezar los años 80 esa relaciona crecía 35 a 1 supongo que hoy el porcentaje debe ser más alto.”

 

 

Volviendo a Lella, los que saben, los entendidos, dicen que su mejor actuación no fue la de España, sino, la del endemoniado Nurburgring, allí, como una burla del destino, en ese circuito de casi 29 Km ,  largando 25 y dejando atrás a pilotos como Patrick Depailler, finalizó en séptima posición, mientras escudriñaba la suspensión del Ensign de Van Lennep.

La historia, dirá que ese día  Lella no llegó a sumar otro punto, estuvo cerca más nuevamente tampoco iba a ser, salió en séptima posición, pero los que estuvieron ahí  saben que podría haber sido hermoso.

Lamentablemente se retiró como un ser humano normal , de una categoría “Robotizada” que necesitaba de pilotos como ella para seguir siendo creíble.

Se alejó con un andar cansino, sin pedirle nada a nadie y cuando los curiosos querían arrastrarla al buen tiempo pasado, ella, esbozando una sonrisa pediría disculpas por haber sido alguien, por haber sido virtuosa…Tan integra fue.