Roland: La historia de un sueño

Roland: La historia de un sueño

Desde hace 28 años cada vez que el calendario nos va mostrando los últimos casilleros del mes de Abril, es inevitable que la sangre se nos hiele y  vuelvan a la mente aquellos recuerdos que calaron hondo dejando una enorme tristeza en el corazón de todos los que amamos este deporte.

 

 

Aquel fin de semana, el más trágico de la historia fue el que puso fin nada más ni nada menos que a dos vidas, muy distintas y dispares entre sí ,con actualidades opuestas, pero lo mismo de valiosas e irrepetibles.

Una, con presente maravilloso y un futuro al que a la gloria no se le veía el techo ni el fin, sin embargo el fin estuvo ahí… ahí nomás.

La otra no interrumpió éxitos ni gloria sino que puso punto final a un sueño, uno por el que un ya maduro Roland Ratzenberger empezada a cumplir recién en su madurez y por el cual venía luchando hacía más de 10 cuando a principios de los 80s el austriaco, nacido el 4 de julio de 1960, dejaba la carrera de ingeniería mecánica para subirse a un karting.

Roland ya tenía más de 20 años cuando intentaba esto, por eso muchas veces mentía sobre su fecha de nacimiento quitándose 2 o 3 años para tratar de causar mejor impresión y conseguir un asiento, y es que todo era válido todo en pos de ese sueño, el de llegar a la F1 y así fue recorriendo el camino. Después de años en los karting alemanes y sin apoyo económico de su familia, se las rebuscó para participar en la fórmula Ford alemana.

 

 

 

Roland Ratzenberger
Roland Ratzenberger

 

 

 

 

Un par de años después se inscribió en el festival de fórmula Ford de Brans hacth el cual gano en su segundo año de participación en 1986, codeándose en ese momentos con pilotos como Eddie Irvine y Jhonny Herberth y el sueño siguió gracias a este resultado en la F3 Británica al año siguiente y así el camino se iba desandando, el sueño estaba cada vez más cerca. Hasta que finalmente parecía concretarse a fines de 1990, momento en que integró una lista un tanto extensa de candidatos a una butaca en la escudería de Eddie Jordán la cual no se concretó por falta de presupuesto, pero esto no hizo que Roland renunciara y cotinuó luchando por su concreción.

Alternó la F3000 japonesa con las competencias de larga duración participando en las 24 hs de Le Mans. En 1992 obtiene 1 victoria y 2 podios en la categoría nipona, año en el cual compartió pista entre otros con Mika Salo, Irvine, Frentzen y el propio Jacques Villeneuve, quizás un presagio de lo que estaba por venir, las puertas al sueño mayor parecían estar abriéndose, por lo menos ya se estaba codeando con quienes más adelantes fueron protagonistas.

 

 

Roland-Ratzenberger
Roland-Ratzenberger

 

 

Había que esperar y batallar dos años más y con su sueño como único y final objetivo a cumplir y el momento llego, Roland con 33 años cumplidos consiguió un contrato de 5 competencias con el novato equipo Simtek Ford, el monoplaza era lento, con carencias aerodinámicas y de escasos recursos pero nada de eso importaba, Roland Ratzenberger se sentaba por primera vez a un F1 y concretaba su Sueño.

La temporada comenzaba como era habitual en aquel entonces en Brasil, pero el modesto Simtek S194 no estuvo a la altura y no pudo clasificar, pero sorprendió a muchos tres semanas después en la cita de Aida, en el Pasific grand prix arribando en el puesto 11 después de largar en el último lugar Roland, empezaba a disfrutar de aquello por lo cual hacia años estaba peleando; pero esa alegría fue breve y el sueño duró muy poco, Ratzenberger llegaba a Imola con una sola intención, hacer que ese Simtek anduviera más rápido de lo que realmente podía y en pos de ese objetivo dejó literalmente su vida aquella trágica mañana del 30 de Abril.

 

 

Roland Ratzenberger
Roland Ratzenberger

 

 

La vida fue tan injusta con el austríaco que ni siquiera permitió que su bandera recorriera triunfal el trazado del circuito que le quitó la vida, la roja y blanca también quedó inmóvil dentro de un monoplaza, y no en cualquier monoplaza. El modesto bólido azul se estrelló a casi 300 km/h contra el muro en la curva G. Villeneuve poniendo fin así a un fugaz y efímero sueño que paradójicamente llevó toda una vida para concretarse.