Un Firmamento Rosso que nunca se apagará, FERRARI.-

Un Firmamento Rosso que nunca se apagará, FERRARI.-

¿Eran las imbatibles y famosas Alfetta un producto ALFA ROMEO? ¿Porque FIAT en un momento dejó las competencias de monopostos? ¿Podía inventarse una fábrica partiendo de un sueño? Enzo Ferrari, el inventor de la pasión.

 

Si bien ya tuvimos una excelente nota de Mariana Silva sobre Enzo Ferrari refiriéndose a él antes de que sea el famoso Ferrari, y si bien existen infinidad de escritos sobre el después de Ferrari ya como constructor, entre el piloto consolidado pero conocedor de sus limitaciones como tal y el fabricante puro y dueño de su sueño hecho realidad y ya consumado, hubo una etapa donde el mito se fue forjando, y se forjó desde la matriz sin moldes preexistentes, todo lo cual le permitió a aquél muchacho tozudo y cuasi delirante por las carreras de autos, y absolutamente dispuesto a llevar sus metáforas diarias a la realidad cotidiana, concretarlas no sin antes pegar un gran salto al vacío sin saber que debía prever en su futuro inmediato. Y aquí estamos, porque siempre se puede decir algo más del Comendattore.

A tal efecto haremos un breve y raudo repaso por los comienzos conocidos, para luego adentrarnos en su etapa intermedia, en la época en que el firmamento se tiñó de rojo y nunca más se apagó.

 

Corría el año 1919, más precisamente el 15 de octubre y un muchacho pujante y muy sufrido debuta en el automovilismo deportivo como piloto. En ese momento su apellido no significaba mucho para el mundo y menos aún su nombre, Enzo Ferrari.

Este muchacho tuvo en el piloto italiano Felice Nazzaro a su primer ídolo y referente en las lides de las carreras de autos, a quien vio ganar allá por 1908 una carrera nacional a la friolera de 120km/h de promedio.

 

 

drake- Foto Ferrari club España
drake- Foto Ferrari club España

 

 

 

 

 

El Niño Enzo Ferrari vio cara a cara a su ídolo Felice Nazzaro a la vera del camino en el repostaje de combustible para el auto, y de agua para el piloto deshidratado producto del salvaje y penetrante polvo de los caminos italianos.

Sus miradas se cruzaron con intensidad, hubo una transferencia mágica de capacidad, conocimiento pero por sobre todas las cosas hubo una transmisión etérea de pasión.

El Niño Enzo cargaba en sus pequeñas alforjas 10 años y algunos meses de vida, el Gran Felice cargaba con 27 años largos, a dos meses de cumplir los 28. Solo ellos comprendieron de qué se trataba ese intercambio inasible de pasión. Ese día nacía el mito que la historia y la gente llamarían Ferrari, dándole al apellido un significado propio que trascendería el apellido familiar, luego lo llamaron “Il Drake“, más adelante “Il Comendattore“, y por fin simplemente Don Enzo.

Aquel 15 de octubre de 1919 Enzo Ferrari corre la Parma-Berceto y se clasifica 4°.

Fue la Targa-Florio de ese mismo año y su clasificación final como 8° junto a su amigo y mentor Ugo Sivocci lo que lo definió a dejar el emprendimiento familiar de estructuras de acero y dedicarse de lleno al automovilismo en todas sus formas.

De ahí en más el olor a lubricantes y combustibles, a ruedas calientes y frenos maltratados, serían su sello junto a los anteojos oscuros, la corbata y los tiradores. El self madre man supo construir el tótem necesario para erigirse en mito, Enzo Ferrari.

Cada paso de Ferrari era cuidadosamente estudiado, pero siempre, siempre, la pasión vencía a la especulación.

 

 

Enzo Ferrari (Foto Getty Images )

 

 

 

La historia de la adopción de la imagen del Cavallino Rampante por parte de Ferrari es muy conocida, por eso no la voy a repetir, solo agregaré que su hermano Alfredo Ferrari integró la escuadrilla de aviación militar en la primera guerra del referido Francesco Baracca de Lugo y combatió en numerosas ocasiones con ese Cavallino pintado en la cola de su avión, y fue eso lo que definió a Enzo elegir aquella imagen que resumía sus sentires.

Fue Enzo Ferrari quien retiró a Fiat de las carreras de auto.

Efectivamente. Enzo convenció a Vittorio Jano para que dejase la escuadra Fiat y pasase a Alfa Romeo de quien Enzo ya se había hecho cargo formando el “Riparto Corse” de la fábrica. A partir de allí les ganaba de tal forma que Fiat no soportó la partida de su último valuarte y se retiró.

Pero Enzo no se conformaba con ser un mero peón del tablero.

Impulsado por otro amigo, Don Alfredo Caniato, en 1929 y luego de una cena bien regada por lujoso vinos se decide armar La Scudería Ferrari.

En términos prácticos esto significaba tercerizar la atención y desarrollo del automovilismo deportivo de Alfa Romeo en una nueva empresa llamada Ferrari. Además sería la primera comercializadora de autos Alfa Romeo.

El proyecto interesó a los mejores pilotos de la época, claro, cómo no, LA PASIÓN, SIEMPRE LA PASIÓN . . .

El proyecto fue creciendo y llegamos al año 1937, año en el cual La Scudería Ferrari (el equipo ya tenía también nombre propio) construiría su primer automóvil de carreras integral.

Ese auto sería famoso e imbatible.

 

 

 

 

 

Ferrari 1937- Tazio Nuvolari- Foto archivo
Ferrari 1937- Tazio Nuvolari- Foto archivo

 

 

 

 

Ese auto sería el primero que vencía a los bólidos alemanes en tierras propias y en tierras alemanas también.

Ese auto fue pensado, mejor aún, soñado por Il Drake y llevado a cabo por el diseñador Gioacchino Colombo en Módena, en los talleres de Ferrari.

Llevaba un motor de 8 cilindros en línea, sobrealimentado por un turbocargador. Tenía en principio 1.479 cm3 de cilindrada con doble árbol de levas a la cabeza, y entregaba una potencia de 180 hp. Para 1939 la potencia se incrementó hasta los 225 hp y posteriormente, con dos turbos y alimentación a metanol, ese motor desarrollaba impresionantes 425 caballos de potencia.

En 1940 se construyeron seis con los que derrotaron a Mercedes en la carrera de Trípoli, ocupando los primeros tres lugares.

Luego, la gran guerra, la segunda, la más voraz.

Obviamente se suspenden las competiciones en Europa y para protegerlos, estos autos fueron escondidos junto con todo el equipamiento en una villa al pie de Los Alpes.

Terminada la guerra, en 1946 se dictaron nuevas reglas para las carreras de Gran Premio y aquellos “viejos” prototipos de los años 30 seguían cumpliendo con las especificaciones marcadas.

Sin suerte en su primera carrera, el equipo obtendría luego una racha de victoria notables con los pilotos Trossi, Varzi y Wimille que se extendería hasta 1948.

 

 

 

 

Foto archivo

 

 

 

En 1950 se disputó el primer Campeonato Mundial de Fórmula 1. El dominio de esos autos fue absoluto, ganando todas las carreras disputadas.

Claro, Il Drake ya no estaba en la fábrica Alfa Romeo, tenía la suya propia, y construía autos con su propio nombre.

Aquel auto soñado y construido por don Enzo en la segunda mitad de la década del 30, con el piloto italiano Giuseppe Farina alcanzó en 1950 el campeonato de Fórmula 1 ganando tres Grandes Premios (Inglaterra, Suiza e Italia). El argentino Juan Manuel Fangio fue subcampeón ganando las otras tres carreras (Mónaco, Bélgica y Francia).

Ah me olvidaba, saben cuáles eran esos autos???

Las FERRARETAS . . . eh, no, perdón, perdón, je . . . Eran las imbatibles ALFETTAS 158.

Claro llevaban el quadrifoglio, cuando en realidad deberían haber llevado Il Cavallino Rampante.

En 1951 Ferrari obtuvo su primera victoria en la F1 en Silverstone con el piloto argentino José “Pepe” Froilán González o simplemente “El Cabezón”, interrumpiendo la seguidilla de victorias de Alfa Romeo.

El historial de Alfa deja como balance 26 victorias de manera “consecutiva” y un total de 27 triunfos en carreras de Gran Premio. Todos estos logros con un auto creado en los años treinta.

Pero bueno, eso, definitivamente. . . Es otra historia.

 

 

 

Froilán Gonzalez

 

 

 

 

Retiró a Fiat de las carreras, le dio a Alfa Romeo el auto más ganador de su historia, le ganó a los alemanes en todos lados, luego a los ingleses y a los japoneses. . . Y todo con una estación de partida tan simple como incomprensible . . . LA PASIÓN.

Reposan hoy las armas del más grande batallador de la historia automovilística, un soñador déspota y seguro de sí mismo, un genio tirano, un líder positivo, que decidió salir de la seguridad de una oficina hecha en una empresa formada, para sin copiar a nadie y sin corregir a nadie, crear un imperio a puro sueño y creatividad.

FERRARI, pasión incorregible e inigualable.

Donde haya un auto rojo con un caballito saltando a la mismísima nada, que eso un sueño, saltar a la nada, ese rojo generará un brillo refulgente imposible de ignorar, y entonces surgirá la pasión inmediata, para admirarla o denostarla, pero nunca para obviarla.

No importa cuál sea el auto, si mejor o menos mejor, (las Ferrari son mejores o menos mejores, nunca malas ni peores) siempre que sea un FERRARI surge un sentimiento irrefrenable. . .

PASIÓN FERRARISTA ó el averno.

 

 

 

Foto Archivo

 

 

 

 

Cualquier foto que tengas de un auto italiano Rosso, más allá de la perfección del dato, de la exactitud del modelo, o la precisión de alguna fecha, la pasión salta como Il Cavalino Nero, una pasión que no se siente atrás de un escritorio de saco y corbata, se siente primero atrás de un alambrado, en una curva, o en el polvo de un taller.

ENZO FERRARI, el inventor de la pasión.