Se impuso sin problemas en Suzuka y podría coronarse en la Sprint de Qatar. Norris y Piastri lograron el podio para McLaren. Red Bull se consagró campeón de constructores.
El paso arrollador de Max Verstappen por Suzuka tenía dos objetivos. El primero, olvidar el mal recuerdo de Singapur. El segundo, comenzar el cierre de la temporada asegurando el campeonato de constructores para Red Bull. Logró ambos objetivos. Además, como extra, el abandono de Sergio Pérez le dejó servido el título mundial y podría retenerlo la próxima fecha en Qatar.
El holandés siguió la hoja de ruta al pie de la letra. Como el viernes y el sábado, dominó el Gran Premio de Japón sin oposición. No lo inmutó los McLaren de Lando Norris y Oscar Piastri que asomaron como férreos adversarios dispuestos a quitarle una victoria que construyó quebrando relojes desde la PL1 hasta la Q3.
La amenaza de la dupla de Woking duró solo 500 metros, la distancia que separa la línea de partida con la primera curva. Piastri, desde la segunda posición de parrilla, movió bien y buscó ganarle el interno al Red Bull. Verstappen cerró a tiempo para mantener la cuerda a su favor, pero lo obligó a descubrir su izquierda. Norris vio una oportunidad y en el curvón lo sorprendió por el exterior.
El holandés se mantuvo firme en la línea y no cedió ante el británico. En la segunda curva tenía asegurado el liderazgo de la carrera e hizo lo que más le gusta: escapar en soledad.
Sin embargo, los planes del líder del campeonato se pospusieron unas vueltas por la salida del Safety Car. En la largada, Valtteri Bottas (Alfa Romeo) chcocó de costado cuando intentó superar al Williams de Alex Albon. Si bien el finlandés pudo continuar, dejó un reguero de restos de fibra de carbono -desde la salida de boxes hasta el curva 1-. Incluso, uno de los pedazos golpeó el ala delantera de su compañero Zhou Guanyu que debió reemplazar el morro.
Pérez también se vio envuelto en un incidente en la partida. Al apagarse el semáforo, Carlos Sainz (Ferrari) avanzó desde la sexta posición y se colocó a la par entre Charles Leclerc (Ferrari, cuarto) y el mexicano (quinto). También se sumó el Mercedes de Lewis Hamilton (séptimo) quedando cuatro autos en la misma línea. Checo, por evitar el roce con el español, encerró a Hamilton y se tocaron. El Red Bull salió herido y tuvo cambiar la trompa. Fue el primer eslabón de una cadena de suplicios para Pérez.
En la cuarta vuelta se reanudó la carrera. Verstappen apretó el acelerador al salir de la chicana y dejó atrás a los McLaren. Neutralizada la amenaza papaya, hizo su carrera a parte y solo aparecería en pantalla cuando ingresara a boxes -si es que se acordaba de poncharlo el director de cámaras de F1TV-.
Por extraño que parezca, el Gran Premio de Japón se dividió en dos grupos. En uno se encontraba Verstappen haciendo su vida. En el otro hubo duelos entre compañeros de equipo.
Parecía que las escuderías, ante el dominio absoluto del RB19, dieron libertad de acción para que sus pilotos se trenzaran en riñas para ver quién era el más fuerte en Suzuka.
AlphaTauri fue el primero. Liam Lawson, con la sangre en el ojo tras ser confirmado solo como reserva en 2024, humilló a Yuki Tsunoda en la primera vuelta en una feroz lucha por la novena posición. Los japoneses vieron como su piloto, apadrinado por Honda, corrió el resto de la carrera detrás del neozelandés.
Distinto fue en McLaren. Era notoria la diferencia de ritmo entre Norris y Piastri. Tras la segunda detención, el australiano se encontraba por delante de su compañero y se acercaba peligrosamente George Russell. Ante la evidencia que el ex Alpine opondría resitencia al ataque de Lando -con el antecedente de Monza todavía fresco-, el equipo priorizó al británico que era el más rápido. Woking buscó asegurar el podio con Norris al frente y Piastri escoltándolo. La orden del box se cumplió a rajatabla, jugaron en equipo y pudieron neutralizar un potencial ataque del Mercedes.
En cambio, la escudería de Brackley fue una olla de presión. Tuvo el duelo más encarnizado y a nada estuvieron de quedarse con un coche menos. Todo se inició en la quinta vuelta cuando Russell superó a Hamilton en la chicana. El siete veces campeón no perdió el rebufo y le devolvió la jugada al final de la recta. Fue tan áspera la lucha durante variaos giros -incluyendo una salida de pista de Russell por un cierre de Lewis- que el box decidió desacoplarlos llamando primero a Hamilton para cambiar gomas.
Los duelos internos salvaron el domingo en Suzuka. La carrera fue un monólogo de Max Verstappen. Incluso el calvario de Pérez ofreció un morboso atractivo. Tras el incidente con Hamilton, fue penalizado con cinco segundos por adelantar tres autos bajo Safety Car a la salida de boxes. Luego intentó superar a Kevin Magnussen (Haas) por el interno de la horquilla Hairpin y lo chocó -nuevamente debió cambiar el morro y recibió otra penalización-. Y como frutilla del postre, con un coche totalmente inestable, casi se lleva por delante a Norris. Red Bull se compadeció y lo retiró.
Sobre el final de la prueba se vio algo de acción entre pilotos de distintas escuderías. El quinto lugar fue una batalla de a tres que involucró a Sainz, Hamilton y Russell. El español había perdido la posición por undercut de Lewis, y éste fue superado por su compañero cuando ingresó para el segundo pit stop. Russell plantó resistencia al ataque de su coequiper, pero la defensa terminó cuando el box le ordenó ceder a Hamilton. A cambio, le aseguraron que le daría DRS para defenderse -emulando la táctica que empleó Sainz en Singapur-. Pero la orden llegó tarde y el de Ferrari superó a Russell.
La pelea por el quinto lugar duró dos vueltas. Si bien Sainz tenía a tiro de DRS al Mercedes, la dificultad de rebase en Suzuka ayudó a Hamilton para salvar la posición.
Max Verstappen cruzó la meta con diecinueve segundos de ventaja sobre los McLaren. Lando Norris llegó en segundo lugar y tercero Oscar Piastri. Para el australiano significó su primer podio en su año debut en la Fórmula Uno.
Con la victoria y el punto extra por vuelta rápida, Red Bull retuvo el campeonato de constructores. Además, con el abandono de Pérez, el holandés quedó a solo cuatro puntos de coronarse campeón por tercera vez.
Dentro de catorce días podría retener la corona llegando quinto en la Sprint de Qatar. Paradojas del destino. Podría consagrase campeón en el formato que le desagrada y del cuál manifestó públicamente su rechazo. Una nueva travesura del guionista de Dios.
