El sueño hecho realidad de Ricciardo

El sueño hecho realidad de Ricciardo

Daniel Ricciardo hizo una exhibición con uno de los autos que condujera su héroe y gloria estadounidense del Nascar Dale Earnhardt Sr.

 

Esta historia comenzó en el mes de marzo. Típica apuesta entre patrón y empleado. Si éste alcanzaba cierto objetivo , el jefe cumpliría con su palabra y haría realidad un sueño. Los protagonistas eran Zak Brown, el CEO de McLaren, y Daniel Ricciardo, recientemente incorporado a Woking. ¿La apuesta? Si el australiano conseguía un podio esta temporada, Brown le dejaría dar unas vueltas en uno de los icónicos autos de la leyenda del Nascar Dale Earnhardt senior; su héroe.

 

Previo a la última tanda de ensayos libres, Daniel Ricciardo se dio el gusto de su vida. Condujo el Wrangler Chevrolet Monte Carlo con el que Earnhardt compitiera en Nascar entre 1984 y 1985. El vehículo pertenece a la colección particular de Brown y, sabiendo de la admiración por el múltiple campeón, le apostó que lo conduciría si lograba un podio esta temporada. Y Ricciardo cumplió: ganó en Monza cortando una larga sequía de victorias para Woking.

 

Ricciardo y Brown junto al Nascar de Earnhard
Ricciardo y Brown junto al Nascar de Earnhardt (Foto: F1)

 

“Lo volamos aquí desde Inglaterra, donde vive, y Daniel va a intentarlo. Hizo un ajuste del asiento, que creo que fue más bien asegurarse de que los cinturones de seguridad queden bien”, comentaba el CEO en las primeras horas del sábado.

 

Ricciardo dio un puñado de giros y al viejo estilo norteamericano quemó caucho para el delirio de los aficionados que estaban en las gradas del Circuit of the Americas.

 

No será la única ocasión que el Chevy número 3 girará. Antes de la carrera, el australiano volverá a subirse al Nascar como un tributo a Earnhardt (quién perdiera la vida en un accidente durante la última vuelta del Daytona 500 en 2001).

 

Para el público es el homenaje de la Máxima Categoría a una de las glorias del Nascar. Para Ricciardo es cumplir un sueño: conducir uno de los autos de su ídolo. Y todo gracias a una apuesta entre patrón y empleado.