Pesa a la desazón por terminar segundo luego de liderar casi toda la carrera, Leclerc puso a Ferrari en el centro de la escena en Silverstone. Un inconveniente en boxes retrasó a Sainz y finalizó sexto luego de un fin de semana complicado.

 

“Di todo lo que tenía, pero no fue suficiente”. Charles Leclerc se lamenta. Faltaba solo tres giros para que Ferrari volviera a lo más alto del podio. Y no era en cualquier circuito, era en Silverstone; el escenario donde, 70 años atrás, comenzaba a construirse a el mito de la mano de José Froilán González.

 

Pocas veces en la Fórmula Uno los aficionados de todo el mundo, con excepción de los británicos que alentaban a Lewis Hamilton, empujaban con el corazón a la máquina roja número 16. No solo por el hecho que el perseguidor fuera el de Mercedes (a esa altura embarrado hasta el cuello en una polémica que lo dejó mal parado tanto a él como a la FIA y al Gran Circo), también porque el amor por La Rossa mueve las fibras más sensibles del alma (incluso no siendo un Tifosi).

 

Ferrari estuvo a solo tres giros de lograr lo que no pudo en Mónaco, cuando el circuito le caía como anillo al dedo. Leclerc construyó en Silverstone un fin de semana que no estaba en las proyecciones de Maranello. Siempre estuvo dentro del top cinco, en la Qualy fue cuarto y repitió la misma posición en el Sprint.

 

Leclerc era racional y llamaba a la cautela ante cualquier pregunta de la prensa si el Cavallino estaba para el podio. Sin embargo, los Dioses de la F1 le deparó una sorpresa: líderó 49 de 52 vueltas. Le ganó, una vez más, la salida a Valtteri Bottas que partía tercero. Y antes del cierre del primer giro saltaba a la punta por la colisión entre Max Verstappen y Lewis Hamilton.

 

“No esperábamos ser tan competitivos. Sabíamos que teníamos el ritmo pero no pensamos que fuera tan efectivo. Estábamos más fuertes de lo habitual”, comentó Leclerc tras la carrera.

 

Con la reanudación del Gran Premio tras la bandera roja, la Ferrari daba la impresión que daría una faena. Pero en Maranello la tranquilidad es algo desconocido, el sufrimiento dijo presente. Leclerc comenzó a sentir que el motor perdía potencia con el Mercedes de Hamilton a sus espaldas. Mientras buscaba escapar del británico (que aun no había ingresado a boxes para cumplir la sanción de 10 segundos por sacar a Verstappen), el monegasco accionaba desesperadamente los botones del volante siguiendo las indicaciones del box.

Con el auto nuevamente estabilizado y un juego de caucho fresco, Leclerc continuó hasta el final. Mientras el equipo y los Tifosi cruzaban los dedos para que Hamilton no se lanzara el ataque.

Finalmente ocurrió lo más temido por Maranello. El británico, con la sanción cumplida y myor potencia, salió a la caza de Leclerc. Hizo valer la orden de equipo sobre Bottas para cambiar posición y lo único que restaba era adivinar cuando superaría a Leclerc.

 

Y el momento dramático llegó en la vuelta 50. En la antigua recta principal, Leclerc se encontró con el Williams rezagado de Latifi quién, imprudentemente, disminuyó bruscamente la velocidad y dudó para dónde abrirse para dejar pasar a los punteros. Esto obligó a Leclerc a corregir la trayectoria, para no llevárselo por delante, quedando a merced de Hamilton. El británico aprovechó la situación y lo superó. El monegasco intentó resistir, pero no tenía el radio de giro ideal y casi se va de pista.

 

“¿Adelantar a Hamilton? Vi el remake de la primera vuelta, no quería correr ningún riesgo porque no estamos peleando por el campeonato. Traté de quedarme al frente, pero salí y adelanté”, explicaba el monegasco. La imagen del affaire Verstappen – Hamilton, de la que fue un testigo privilegiado, le volvió a la mente y no quería correr ese riesgo.

 

“Es difícil disfrutar este momento. Fue una carrera increíble. Di el 100%, en realidad el 200% . Di todo lo que tenía, pero no fue suficiente en las últimas dos vueltas”, comentaba Leclerc. Pese a la tristeza, siempre reconoció la enorme tarea del equipo. Consideró a Silverstone como la mejor producción de Maranello desde Monte Carlo.

 

“El equipo está trabajando muy bien y estoy muy orgulloso del equipo. Fue el mejor Ferrari después del GP de Mónaco. Tenemos que seguir así “, destacaba Leclerc.

 

 

Sainz también estuvo a punto de lograr un milagro. Tuvo un fin de semana complicado y estaba en una buena remontada llegando a estar segundo. Un retraso en el pit stop (se trabó la pistola neumática en la rueda delantera izquierda), le complicó su carrera que hubiera sido fundamental para defender a Leclerc por la primera posición.

 

A pesar del contratiempo, el español finalizó sexto. “Es el primer error de todo el año y este no es el día para quejarse. El equipo también hizo un gran trabajo con Leclerc, no hay que olvidar que hace 60 vueltas yo era el último y logramos terminar sextos con una parada en boxes equivocada”, señala Sainz.

 

El automovilismo deportivo es una de las disciplinas más apasionantes del mundo cuando la competencia se da con dos o más actores y uno de ellos está en desventaja (como ocurre con el potencial de Ferrari en las rectas). Hoy le tocó a Leclerc ser el débil, pero con esa debilidad conquistó hoy el corazón de todos los aficionados del mundo; sumado al esfuerzo de devolver al viejo caballito italiano a la gloria.

 

“No será fácil llegar a la cima, pero daremos todo para tener éxito”, se entusiasma Leclerc. La próxima estación de la Fórmula Uno será Hungría. ¿Maranello dará la sorpresa?